4 de noviembre de 2007

Cuando te subes a un Trolley la vida cambia el ritmo por un instante. La temporalidad se vuelve pausada y nuevamente puedes revisar esos detalles vistos una y otra vez, cada día. La Avenida Colón funciona a ratos de esa forma: las personas caminan como si tuvieran el día entero y la vida por delante, sin prisa, el comercio carece de letreros luminosos, los ojos se asoman a través de ventanas, las conversaciones en las pausas de las escaleras... El Teatro La Matriz tiene en su exterior un infinito mosaico de colores creado colectivamente, me imagino con paciencia, risas, conversaciones, discusiones, sueños, reflexiones. Justo marca el inicio o el fin de esta avenida para tomar otro rumbo. Doblas por Edwards hacia Avenida Brasil, y el ritmo de golpe vuelve a acelerarse. Personas corriendo, cargando bolsas de las llamadas "grandes tiendas". La Plaza de la Victoria con sus bancos copados de diversas vidas -desde mi ventana personajes de mi propio cuento- los niños y las niñas posando para una foto en las viejas estatuas de leones donde ya posó mi hermana hace unos 20 años atrás.


El recorrido continúa y ves la ciudad acelerada, en plena ebullición, y yo desde el Trolley suspendida entre las imágenes y el montón de ideas que se amontonan en mi cabeza. El cambio radical del ritmo de las calles, de las personas, las conversaciones, la mirada a los ojos, el abrazo, a la carrera infinita, la compra compulsiva, los tacos de los autos, y tantas otras cosas que simplemente no alcanzo a notar, es un poco de nuestro Valparaíso, donde una calle diferencia cerros, sin que sus habitantes alcancen a diferenciar las nominaciones (Muchos habitantes del cerro Mesilla y Artillería por ejemplo, se sienten parte de Playa Ancha); donde un paso distancia un supermercado del hambre, el Consejo nacional de la cultura y de las Artes de los sectores en que se concentran los mayores niveles de deserción escolar, y junto con ello, los hombres y las mujeres con menor acceso a la llamadas ofertas culturales; las Universidades de las casas de empeño o los cobradores judiciales. Una esquina de diferencia entre el centro de salud mental, y Jessica, una mujer dependiente de Pasta Base, con un posible cuadro psicótico, que busca su alimentación en diversos lugares, de los que es "arrojada" en medio de golpes, insultos, empujones.
Esos pasos y microdistancias hacen que por ratos extensos acomodemos nuestras retinas a estas contradicciones a veces radicales y otras no tanto, como parte del ambiente que hace nuestro puerto tan típico y a ratos, bizarro. "ABAJO LOS MUROS HAY PRISIONES", reza con rojo spray una pared, haciendo alusión a los presos mapuches, pero por un rato pienso en las cadenas de nuestros muros simbólicos, levantados por nuestras naturalizaciones y por la pérdida de la capacidad de mirar, de cuestionar, y con ello, de crear. Asumiendo todo como dado, y utilizando la muletilla de que "el Gobierno tiene la culpa"


Con ese dedo


Si bien es cierto creo que aquéllos a quienes delegamos el poder han perpetuado un sistema político precario, políticas sociales y públicas insuficientes, leyes que priviligian intereses privados sobre los públicos, etc, creo que el discurso del Gobierno como piedra de tope nos sume en la autocomplacencia que criticamos. No olvidemos que -sistema binominal mediante y todo lo demás- quienes los hemos dotado de ese poder que cuestionamos somos nosotr@s mism@s. Los y las que no fiscalizamos la labor de "nuestros parlamentarios" en las leyes que nos competen, los y las que consumimos farándula sobre un periodismo investigativo e incisivo, los y las que nos quedamos en reclamos de pasillo y no estampamos denuncias concretas en distintos niveles de decisión somos nosotr@s. El sistema tiene sus trampas comunicacionales, leyes prácticas que mantienen el "statu quo", pero cuánto hacemos nosotros y nosotras por cambiarlo?


¿Cuál es tu plan o mi plan para las próximas elecciones municipales, parlamentarias, presidenciales? ¿Ante la oferta disponible? Si no es la Concertación ¿Es la derecha la alternativa? para mí al menos, no lo es y espero que no lo sea nunca. ¿Cómo pensamos y articulamos ideas para proyectos políticos alternativos? ¿Cómo construimos ciudad, país, cada día? ¿o simplemente pensamos que ésto es una tarea de otr@s, para otr@s?

Cómo te piensas tú como ciudadano y ciudadana? qué te moviliza? qué te paraliza? Si todo está mal qué es estar bien o empezar a estarlo?

Me bajo del Trolley. Vuelvo a mi ritmo. Dejo las preguntas atrás y vuelvo a mis tareas. Al fin y al cabo, mi retina puede con eso, y sin duda con más. Eso puede quedar para otra vez que el bus verde que se traslada por los cables aparezca en mi camino. O para el vino kiwi con mis amigos y amigas. Para mañana, la próxima semana. Tal cual.

 
Lo dijo Violeta z a eso de las 5:50 p. m. |


1 Tatúan sus reflexiones


At 8:23 a. m., Blogger txanba

tendré que escribir, y voy a ser, el primero, que bien. por más que intentamos construir algo nuevo, muy nuevo, con valores diferentes a los del capital, a los del egoísmo, a los valores de quienes controlan o quieren controlan todo o casi todo. nos encontramos siempre, con el derecho que tenemos tod@s e vivir en paz.