
Pablo y Maggy, en Diciembre del año pasado, desarrollaron un proyecto en Quilpué, comuna de la Quinta Región. Destinado a un grupo de niños y niñas de un sector identificado por altos niveles de pobreza y vulnerabilidad social. Su apuesta fue un taller de refuerzo escolar en las áreas de matemáticas y lenguaje, desde la experiencia, con una metodología lúdica y personalizada, que permitiera potenciar los recursos y habilidades de los niños y niñas, así como también desarrollar la capacidad de aprendizaje innata en la edad en que descubrimos el mundo quizás con más entusiasmo...
Pablo ya había trabajado anteriormente con jóvenes con una metodología similar. Jóvenes a quienes el sistema de educación formal discriminaba por problemas conductuales y o rendimiento deficiente, con lo que el desencanto contribuía a la deserción escolar y a la percepción de no tener habilidades cognitivas que les permitiera sortear con los desafíos y exigencias correspondientes a su escolarización.
Pablo (coincidencia de nombres), por su parte, hace algunos días me escribió un mail que quiero compartir. En sus palabras: "armábamos escuelas de verano para niños donde trabajábamos conjuntamente jóvenes universitarios de Santiago y jóvenes de educación media de los liceos de las comunas rurales donde trabajábamos. Es decir, los jóvenes no eran objeto de un taller, sino sujetos de una intervención conjunta, junto a nosotros, en su propia realidad". En la foto de arriba, un grafitti creado por estos jóvenes, en esta intervención...
___________________________________________________
Iniciativas de Pablo, Maggy y Pablo, que se replican a lo largo de nuestro territorio, contribuyen a un país distinto. En el cara a cara, en el aprendizaje, en el encuentro de mundos. Puentes que se construyen entre los sueños y las realidades. Pensando y creando país. En los contextos en que se insertan, rescatando los saberes, reconociendo al otro como un legítimo otro. la revolución de las ideas, los revolucionarios de los sueños...