
Los psicólogos con los que trabajo, hablan siempre del duelo, entendiéndolo como un proceso para superar hechos traumáticos y tensos. Nuestra vida está plagada de éstos, de pérdidas y de la forma en que las superamos o nos vamos quedando pegados. Como país, la permanente negación comunicacional, y la misma celeridad en que nos sumergimos en el día a día, nos lleva a bloquear las vivencias, los dolores, las críticas. A la semana siguiente del 11, el centro de la noticia nos traslada a la fonda, al jolgorio, al aguinaldo, al asado, todos como distintas manifestaciones de símbolos del consumo imperante impuesto por la dictadura.
Que no se mal entienda. No hablo de no celebrar. Quisiera al menos por un rato avanzar, pero a través de la conciencia histórica y de atrevernos a construir sueños. De pensar un país, una sociedad, un sistema político, pensarnos como sociedad civil y no sumirnos en las rutinas individualistas de siempre. Me obsesiona la idea de que, seguimos siendo un país intolerante que incuba peligrosamente manifestaciones fóbicas, de intransigencia sin igual. Quizás la globalización y nuestra maquillada gobernabilidad, nos indiquen que un nuevo golpe de Estado es poco factible, pero vamos!!! en Chile se asesinó sistemáticamente por disentir, y aún hay gérmenes que apagan los disensos propios de nuestras sociedades, sin mayores cuestionamientos. Los dónde están es parte de un pasado? o puede repetirse?
Y el país eres tú, soy yo, mi hijo, mis amigos y amigas, mis vecinos y vecinas y cada uno de los quince millones de chilenos y chilenas que poblamos este territorio. Asumir el duelo de Septiembre y avanzar, para mí implica hacernos cargo de lo que nos toca a cada uno... Y que el nunca más no sean palabrerías, y nos atrevamos a hacerlo posible de verdad... El problema es que yo aún no encuentro mi vía... pero quiero dialogar respecto a aquello...